20 de noviembre de 2012

la crítica de LA POSADA

DEL CUENTO QUE LLEVAMOS DENTRO
 
"..... con nosotros Diego Calavia, que nos enseñará a vivir del cuento" leí en el cartel. Pues en los tiempos que corren, pensé, que vivieran del cuento solo conocía a los Sres. Dipu..... y demás corbatas. Pero si Légolas decía que el tal Diego, vivía del cuento, era para creérselo. Así que, mientras bajaba las escaleras de La Posada del Diablo, tenía la sensación de entrar en un espacio oculto, casi clandestino, en un ambiente de cueva donde todo podía suceder y todo podía aprender para, por fin, vivir del cuento.
 
Y apareció el tal Diego, un tipo alto, bien portado, vestido de blanco, como un marinero en tierra, con sombrero de paja y una gruesa cuerda que le caía por el torso. En cuanto comenzó a presentarse, su voz profunda y penetrante, me atrajo y no podía dejar de mirar y escucharle.
 

Sus manos empezaron a ganar protagonismo con unas cartas enormes que salían de un sobre marrón de los que abundan en el mundo de las oficinas. Y captando, de entre el público, a una sorprendida colaboradora, inició la historia de su amigo Fransuá, el timador y marrullero que le había enseñado a vivir del cuento. Entre naipes, cuerdas, globos y billetes, billetes muy grandes, que se duplicaban, triplicaban y mucho más, empecé a aprender cómo vivir del cuento, del cuento que cada uno llevamos dentro y nos tiene que dar de comer......

Así que, Diego Calavia y Légolas, en la próxima os pago unas cervezas con pintxo por abrirme los ojos a vivir del cuento. Gracias mil.
 
Eleazar.

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