CONTAR CUENTOS
en bodas, bautizos y celebraciones.
En ocasiones nos llaman para contar en celebraciones especiales. No es algo que tengamos anunciado en la web ni que promovamos especialmente. Pero nos llaman y a veces accedemos. Solo lo hacemos cuando la otra persona tiene mucho interés y nos asegura que cuidará el ambiente y respetará las condiciones pactadas y no nos estamos refiriendo a las económicas.
Contar cuentos en una boda, en unas bodas de plata, en un cumpleaños, en una ceremonia religiosa o civil es un regalo para los protagonistas de la celebración, para el resto de invitados y para nosotros.
Para los protagonistas de la celebración porque en ocasiones ni siquiera saben que algún familiar o amigo ha pensado en él o ella, o ellos y cuando aparecemos y nuestras historias toman la palabra la mandíbula de la persona en cuestión se descuelga y aparece el asombro.
Para los invitados porque no se esperan que en ese evento vaya a haber un espacio para el silencio, para la escucha, para la admiración.
Para nosotros porque el público nos acaricia con su mirada, nos arrulla con su atención y nos deja dormidos placenteramente.
Recientemente hemos vivido varias de estas experiencias y si bien cuando vamos de camino al lugar en cuestión, a veces hemos hecho cientos de kilómetros para llegar, no estamos seguros de que todo vaya a salir bien, en el viaje de vuelta vamos saboreando el regalo recibido, como cuando tras el último sorbo de un buen vino, el paladar se queda impregnado durante un rato del sabor del mismo.
Regalar cuentos contados es también nuestro regalo.