SOLEDAD FELLOZA
Se
presenta así:
“Nací a orillas de un río que en lengua guaraní
quiere decir de pájaros pintados, Uruguay. Las madreselvas aroman mi infancia y
cobijan mis amores primeros. Las calles anchas de tierra esconden las primeras
letras que garabateé y bajo el arenero de la plaza Bella Vista
enterré un día mis miradas torcidas y me fui por el mundo a contar mis mentiras
mas verdaderas.
Haciendo cuentas, me deben de quedar por vivir 54
años, aunque preferiría que fueran 68 o 72. Así y todo, algunas cosas tengo
hechas. Algunas que me llenan de orgullo, otras que si fuera más clarita de
piel, me sonrojarían.
He actuado y contado cuentos en Festivales de Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Venezuela, Cuba, Argelia, Perú, Francia, Italia,Portugal, Holanda. He contado cuentos en toda España, menos en Cantabria.
He actuado y contado cuentos en Festivales de Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Venezuela, Cuba, Argelia, Perú, Francia, Italia,Portugal, Holanda. He contado cuentos en toda España, menos en Cantabria.
Me enamoro cada vez que me subo al escenario y sufro
cuando bajo. Aún no he contado el mejor cuento, pero si siento que me acerco,
ese día cogeré mi Nikon y me quedaré en Corrubedo o Cabo Polonio para siempre.
Mientras tanto, aquí voy, esta soy o intento ser”.
El
Bar del fondo del mar
No sé si me creeréis.
Pasamos la mitad de la vida ridiculizando aquello en lo que los demás creen, y
la otra mitad creyendo en aquello que los demás ridiculizan.
Caminaba una noche por la orilla del mar de Brigantes, donde las casas se
asemejan a navíos hundidos, inmersos en la niebla y en los vapores marinos, y
donde el viento da a las ramas de las adelfas lentos movimientos de algas.
De improviso, del silencio oscuro salió un elegante viejo, vestido de negro, con
una gardenia en el ojal, y al pasar cerca de mí se inclinó ligeramente. Me puse
a seguirlo intrigado. Yo andaba a buen paso, pero me costaba estar cerca porque
parecía que se movía volando a un palmo de la tierra, y sus pies no hacían
ruido sobre la madera húmeda del muelle.
El viejo de detuvo un momento, trazando en el aire gestos con los que parecía
calcular la posición de las estrellas. Luego asintió con la cabeza y empezó a
descender una escalerilla que del muelle bajaba hacia las aguas oscuras.
Sin pensarlo, le seguí y así llegué a la tertulia del bar del fondo del mar, de
allí llegan las historias que voy a contar.
Hay para elegir.
JUEVES 22
Nov.
21:00 h.
La
Corrala. C/ Damas nº 9.
Consumición mínima 3 €.
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