DISFRUTAMOS
La sesión de anoche
fue una de esas sesiones de disfrute, de lujo, de gozar.
La Posada de la Parra se llenó ayer para escuchar historias, para celebrar el Día Mundial de la
Narración Oral, para atraparse en las palabras. Entre el público había varias
caras conocidas, pero muchas desconocidas. Había amigos, gente de cuentos, y un
grupo numeroso que era su primera vez. Cuando te enteras de esto último antes
de empezar, una especie de losa cae sobre tu garganta porque la responsabilidad
de hacer bien tu trabajo se amplía. Tienes además la responsabilidad de hacer público.
Sí, porque si uno va al cine por primera vez y la película no le gusta, no por
eso dejará de ir al cine, sin embargo, en este oficio nuestro de narrar si
alguien no queda contento es muy probable que nunca más se vuelva a acercar a
una sesión de cuentos.
A esa
responsabilidad se unía que era la primera vez que en ese local se contaban
cuentos, con lo que eso supone, y es que hasta que no se hace no sabes cómo
responde el espacio, dónde hay que afinar, cómo se van a comportar los
camareros, y en este caso hasta cocineros, con la palabra dicha, tan frágil en
estos sitios. A esto hay que añadir que mientras se cuenta el público come, y
comer, escuchar y contar no siempre casan bien.
La experiencia de
ayer fue muy satisfactoria para todos, al menos para nosotros. El espacio
funciona a la perfección, es recogido y coqueto, apenas cuarenta personas pueden
entrar, y entraron, y estuvieron ávidas de escuchar, divirtiéndose y respetando
mucho nuestro trabajo. El personal de La Posada de la Parra se movió entre
fogones, platos y mesas con elegancia y discreción, y la comida lejos de
ensuciar aportó un toque bien bonito. Porque la carta del restaurante es discreta,
elegante y deliciosa. Esto último lo sabemos porque Nicolás y su personal nos
alimentaron bien. No hubo estridencias más allá de alguna comanda despistada y
una tabla del escenario que se doblegó a nuestra presencia y a nuestro peso. Será
cuestión de afinar, pero nada más.
El público salió
contento y nosotros con él. Hicimos público. Y no es por presumir, es que nos
lo dijeron así. Y así, bien contados, bien escuchados y bien cenados nos fuimos
todos a la cama. Gracias.
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