Llevaba unos días con la receta del
Restaurante Imaginario de Iván Plademunt en la cabeza y no terminaba de
aparecer la historia. Hoy apareció por fin, apareció sin quererlo, cuando no
estaba pensando ni en la receta ni en el cuento. Supongo a que los cocineros
que crean también les pasará algo parecido. Al final no estoy seguro de si el
resultado es tan redondo como el plato que nos propone Iván. Pero de todas las
posibles tramas esta es la mejor cocinada. Os lo aseguro.
RAVIOLI DE REMOLACHA RELLENA
DE CABRALES CON
SALSA AL PESTO
Fue el último en
darse cuenta que su pareja estaba con otro. A pesar de los signos más o
menos explícitos que ella le había hecho llegar. Y no solo porque ella se
abriera un perfil en una red social en el que había aceptado una única solicitud
de amistad. Ni tampoco porque el escaso tiempo que pasaban juntos ella
estuviera pegada al móvil mandando “guasaps”.
Los
signos más evidentes fueron cuando decidió teñirse el pelo de morado, pintarse
las uñas en un verde pesto y empezar a comer queso de cabrales. Ella que odiaba
el queso.
Al
final, ante tanta ceguera, ella pensó que para qué hablar y despedirse
educadamente. Así que le preparó un plato de pasta fresca, lo colocó en la mesa
del salón sobre el mantel, junto a una botella de vino y le escribió una nota: “Me voy a los Picos de Europa”.
El
plato, el mantel y la botella de vino siguen en la mesa del salón esperando a
que ella regrese de su excursión.
Manuel Légolas.
Ya sabes que puedes compartir tanto la
receta como los cuentos. Y que si haces la receta nos gustará saber como te
supo.
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