19 de febrero de 2008

y la de Ricardo Sanjurjo

UNA ORALIDAD DEL CASTELLANO CUIDADA
En la noche del día de San Valentín, acudí en solitario a ver y escuchar a la narradora Virginia Imaz. He de decir que fui sin ningún conocimiento previo, casi por casualidad, sabiendo únicamente que había programada una intervención de algún cuentacuentos.

La presentación a cargo de Manuel, del colectivo Légolas, que aprovechó la ocasión en ese señalado día para realizar una sencilla y bella declaración de amor hacia su persona amada, presente en la sala.

Virginia, que había sido presentada como guipuzcuana, puntualizó que por tanto es una presunta vasca según la “versión oficial”.

Nos dijo que había realizado una selección de sus historias para que fueran de amor, y que le resulto difícil pues según ella todas sus historias son de amor.

La primera fue una historia del paraíso, en el Amazonas, tomada de los pobladores autóctonos, versionada por Eduardo Galeano y adaptada por la propia Virginia. Es la versión no oficial de un Adán y una Eva, en un paraíso, de sus primeros encuentros, y del primer amor entre humanos, con sus sorpresas y malentendidos. Pero al final dios…

Otra historia nos remonta mas de cien años atrás a un caserío vasco en el que sus dos habitantes, un matrimonio, descubren una flauta perdida, de la que obtienen la nota del amor, esa que muchos músicos y orquestas todavía andan buscando.

La ultima historia para mí la más emocionante y divertida de todas, fue contada por Virginia en primera persona y con su abuela paterna como principal personaje.

Para mi Virginia Imaz tiene una voz clara y bien proyectada, una oralidad del castellano cuidada, certera, exacta con variedad de registros, hipérbole no muy exagerada en las descripciones de los hechos y finales de historia poéticos y con moraleja.



Ricardo Sanjurjo

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