21 de marzo de 2014

en La Posada de la Parra


DISFRUTAMOS

 

La sesión de anoche fue una de esas sesiones de disfrute, de lujo, de gozar.
La Posada de la Parra se llenó ayer para escuchar historias, para celebrar el Día Mundial de la Narración Oral, para atraparse en las palabras. Entre el público había varias caras conocidas, pero muchas desconocidas. Había amigos, gente de cuentos, y un grupo numeroso que era su primera vez. Cuando te enteras de esto último antes de empezar, una especie de losa cae sobre tu garganta porque la responsabilidad de hacer bien tu trabajo se amplía. Tienes además la responsabilidad de hacer público. Sí, porque si uno va al cine por primera vez y la película no le gusta, no por eso dejará de ir al cine, sin embargo, en este oficio nuestro de narrar si alguien no queda contento es muy probable que nunca más se vuelva a acercar a una sesión de cuentos.

A esa responsabilidad se unía que era la primera vez que en ese local se contaban cuentos, con lo que eso supone, y es que hasta que no se hace no sabes cómo responde el espacio, dónde hay que afinar, cómo se van a comportar los camareros, y en este caso hasta cocineros, con la palabra dicha, tan frágil en estos sitios. A esto hay que añadir que mientras se cuenta el público come, y comer, escuchar y contar no siempre casan bien.
La experiencia de ayer fue muy satisfactoria para todos, al menos para nosotros. El espacio funciona a la perfección, es recogido y coqueto, apenas cuarenta personas pueden entrar, y entraron, y estuvieron ávidas de escuchar, divirtiéndose y respetando mucho nuestro trabajo. El personal de La Posada de la Parra se movió entre fogones, platos y mesas con elegancia y discreción, y la comida lejos de ensuciar aportó un toque bien bonito. Porque la carta del restaurante es discreta, elegante y deliciosa. Esto último lo sabemos porque Nicolás y su personal nos alimentaron bien. No hubo estridencias más allá de alguna comanda despistada y una tabla del escenario que se doblegó a nuestra presencia y a nuestro peso. Será cuestión de afinar, pero nada más.

El público salió contento y nosotros con él. Hicimos público. Y no es por presumir, es que nos lo dijeron así. Y así, bien contados, bien escuchados y bien cenados nos fuimos todos a la cama. Gracias.

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