Acabamos de llegar de Cuenca. En un solo día teníamos tres sesiones en la provincia de Cuenca.
La mañana comenzó con “A troche y Moche” en el Salón Social Polivalente de Cardenete. El espacio no reunía las condiciones apropiadas, pero conseguimos hacernos fuertes y los cuentos fueron saliendo, no sin interrupciones de alguna abuela despistada y de algún chiquillo juguetón, y pudimos disfrutar en algunos momentos de la sesión.
Foto cedida por NURIA RUZ
Tras los cuentos dimos buena cuenta de los productos de la tierra, y un calamar, en un mesón del municipio. Durante la comida ya la organización nos avisó de que la sesión de la noche igual no se hacía, y es que Cardenete se encontraba en plena fiesta, con un concurso de gachas, el dúo “SolySon”, y la Orquesta Pirata. Y en medio nosotros. Nos dijeron que igual había que suspender dado lo apretado del horario. Nos acordamos de la anécdota que cuenta Carles de Farándula, en la que él tenía que contar antes de que salieran unas brasileñas a bailar, y de cómo el pueblo en pleno, especialmente los varones, pedían ¡las brasileñas!, ¡las brasileñas!...
La noticia la calmamos con la siesta, y después rumbo a Mariana, otro municipio conquense pegado a la capital de la provincia. En Mariana nos recibió Esther con su biblioteca recién inaugurada, y con su Casa de Cultura nuevecita, nuevecita. Y es que el edificio se había inaugurado esa misma mañana. Os podéis imaginar el honor que nos supuso saber que éramos los primeros en contar cuentos en ese espacio. Y la responsabilidad.
Foto realizada por BEATRIZ ARNAU.
En Mariana contamos “Correveidile”, y fue un auténtico placer. Una gozada tener a ese grupito reducido que había venido a escuchar cuentos.
De vuelta a Cardenete, esperamos a que se confirmase la noticia de la suspensión, y es que las gachas de esta localidad son toda una institución. Es para ver cómo se pone la calle de gente, de lumbres, de pancetas, olores… Y mientras tanto el dúo antes citado amenizaba el concurso con Paquito “el chocolatero”, alguna de Sabina y Nino Bravo, y con ese “No te vayas de Navarra” tan verbenero. La cosa fue que las gachas y el ambiente se prolongaron más de lo pensado por la organización y la presidenta de la comisión festera nos indicó que suspendíamos. La verdad es que fue lo mejor que nos podía haber pasado, pues el ambiente no era el propicio para los cuentos. Como no habíamos cenado, y nuestros jugos gástricos estaban alterados con tanta gacha, volvimos al mesón de la mañana a probar el morteruelo. A la orquesta Pirata no nos quedamos, aunque podíamos seguir su repertorio desde nuestro hotel. Donde por cierto, para acabar bien la noche, dimos buena cuenta de los rosquillos y el vino dulce que Mari, la propietaria, nos había dejado en las habitaciones. Un detalle.
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