PATIO DE CABALLOS
Los Légolas desgranamos nuestras historias en el Patio de Caballos de la Plaza de Toros “La estudiantil” de Alcalá de Henares, dentro de la feria de la cerveza llamada OKTOBER FEST, que para más inri se celebraba en el mes de septiembre y no en octubre.
La verdad es que el resultado fue bestial. Nada más abrirse las puertas multitud de padres, madres, niños, niñas, abuelos, tías, carritos de bebés… tomaron la plaza como si se hubieran abierto los toriles. Tomaron asiento en la embocadura del patio de caballos, y guardaron un silencio sepulcral hasta la salida de los diestros Carmen Fernández, Manuel Castaño y el zurdo Juan Alfonso Belmontes (éste si que tiene un nombre taurino)
Lo pasamos genial, las historias salieron fluidas, el público acogedor, el tiempo acompañó, y el espacio, a pesar de su rareza, estuvo acertado. Aunque no os vamos a negar que nos veíamos raros en ese ambiente medio alemán, cervezas y salchichas por doquier y tan cañí. Lástima que aún no tengamos cocinado del todo el cuento de Ferdinando El Toro, hubiese sido un punto.
Son muchos y variados los lugares en los que hemos actuado durante estos 18 años de existencia, pero seguramente, la sesión del pasado fin de semana en la Plaza de Toros de Alcalá fue la que hemos realizado en el lugar y el contexto más raro de toda nuestra existencia.
Los Légolas desgranamos nuestras historias en el Patio de Caballos de la Plaza de Toros “La estudiantil” de Alcalá de Henares, dentro de la feria de la cerveza llamada OKTOBER FEST, que para más inri se celebraba en el mes de septiembre y no en octubre.
La verdad es que el resultado fue bestial. Nada más abrirse las puertas multitud de padres, madres, niños, niñas, abuelos, tías, carritos de bebés… tomaron la plaza como si se hubieran abierto los toriles. Tomaron asiento en la embocadura del patio de caballos, y guardaron un silencio sepulcral hasta la salida de los diestros Carmen Fernández, Manuel Castaño y el zurdo Juan Alfonso Belmontes (éste si que tiene un nombre taurino)
Lo pasamos genial, las historias salieron fluidas, el público acogedor, el tiempo acompañó, y el espacio, a pesar de su rareza, estuvo acertado. Aunque no os vamos a negar que nos veíamos raros en ese ambiente medio alemán, cervezas y salchichas por doquier y tan cañí. Lástima que aún no tengamos cocinado del todo el cuento de Ferdinando El Toro, hubiese sido un punto.
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